Por algún instante, sólo existíamos mi poema, la computadora y yo. Todo era obscuro, el sonido constante del ventilador coreando mi teclado al escribir. El universo creado en ese mismo espacio-tiempo.
Quise recordar en donde estaba, reconocí que estaba en un cuarto, arriba de una cama, pero como voy y vengo de su casa a mi casa, me percaté que estoy en su espacio.
Increíble la sensación de no saber exactamente donde estás por estar escribiendo poemas que tal vez no serán publicados en un libro para un concurso, pero en unos meses lo publico por acá.
Por algún instante sentí que estaba en mi cuarto y aún lo siento cuando escucho la sirena como lo hago cuando estoy en mi hogar. Percatarme que estoy en su cama, que pronto vendrá me alegra el alma.
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