domingo, 7 de febrero de 2016

Padre e hija

Escucho sus insultos mientras mantengo los ojos cerrados. Se escucha como entra el aire por la ventana,  la música de mis auriculares y la voz de mi papá vociferando palabras altisonantes. Abro los ojos y veo la carretera, veo a mi papá haciendo ademanes con una mano para después tomar la Coca Cola y ponerla frente a mi para que le abra la botella. Brinco de mi asiento, me quito los auriculares, tomo la botella y la abro rápidamente. Reviso mi celular por si algo interesante ha pasado en el mundo, pero sólo veo un mensaje de mi mamá preguntándome como vamos. Tomo aire y le pregunto a mi papá sí ya vamos a llegar y me dice que no lo este chingando.
A la vista sólo hay pasto, sol y una interminable cadena de cerros. Quisiera bajar del carro y correr libre por la naturaleza, todo se ve tan tranquilo, sin preocupaciones, sin embargo recuerdo que tengo que contestarle a mi mamá que estamos bien. La botella de plástico es puesta sobre mi celular así que la tapo y la pongo cerca del tablero, me coloco los auriculares y cierro los ojos.
Se detiene el carro y estamos en frente de una casa en medio de arboles, mi padre baja una maleta, y me dice que baje la mía.
Abre la puerta una señora llamada Camelia y mi padre entra como pez en el agua. Yo me bajo del carro, bajo la maleta y saludo a Camelia.
-¿Cómo está mi abuela?- pregunté.
Dejo la maleta a lado de la puerta para que Camelia pueda tomarla y ponerla en el cuarto de siempre. Subo las escaleras a verla y me asomo por la puerta. Sobre la cama  hay un pequeño bulto que se mueve lentamente y me percato que es ella,  así que corro a saludarla y decirle que tiene que comer para estar sana, levantarse y caminar. Aún recuerdo sus ojos pequeños que apenas duras parpadeaban y su ligera sonrisa fugaz, la vi tan bella, que pude imaginar por que mi abuelo se quedo con ella el tiempo que duraron juntos. Quién se imaginaría que dentro de ese cuerpo frágil existió una mujer trabajadora que lo único que hacía era pensar en sus hijo, nadie podría creer el tipo de raíces que tenia aquella mujer, que la hicieron amargada y odiada por su primogénito. No tengo que preguntarle a mi papá cual es su relación, me basta con los recuerdos de peleas entre ellos. Como bien dicen todos "tal palo tal astilla" ambos solitarios.
Mi padre habría sentido lo mismo que yo con su madre? Habría pensado que no lo querían? Pobre de él. La otra vez lo escuche llorando en su habitación. No podía creerlo y menos entender el porque íbamos cada Navidad con ellos. No entendía porque se sentaba junto a ella cada 25 de Diciembre y 1 de Enero a leer el periódico sin cruzar una palabra.
La verdad yo no puedo ni comer junto a él porque se me revuelve el estomago. Tener que viajar con el ha sido una pesadilla, todo lo hago mal según él. He tenido que platicar con mi madre para poder entenderlo.
Ahora lo veo a él débil qué intenta luchar ante su carencia de expresión por la que yo he luchado por tener.

Rompiendo cadenas, rompiendo destinos, abriendo el alma

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