lunes, 15 de julio de 2019

Amor esporádico Parte 2

El sábado me levanté muy cruda, le conté a mi amiga
sobre el chico que le había dicho que me gustaba su
amigo y al que había lastimado con palabras en la noche.
Qué cruda la mía, pero en ese tiempo decidí que no,
no me iba a sentir mal por tomar, por divertirme, por
dejarme llevar por ese estigma tan católico que me
castiga y me hace sentir mal de mis acciones que busco,
disfruto y luego condeno.
Entre clases, trabajos, películas y a veces cervezas con mis
compañeros / amigos, vi al chico que le confesé mi gusto
por su amigo, no sabía que era de sus mejores amigos,
pero me pareció guapo, sin más, a partir de aquella noche, lo
observé a lo lejos y en secreto, era tan misterioso como su
amigo, estoy segura que le dijo a su amigo que comenzó a verme
y sonreírme, estoy segura, tengo testigos de esas
miradas coquetas que se encontraron en los pasillos,
en el día a día, yo estaba muy emocionada, pero tenía
novia, una linda chica de cabello afro.
La noción del tiempo era relativa y ahora el pasar de los
meses, ya hasta puedo hablar del año, todo se vuelve
confuso y una noche salí a beber con mis amigas,
vi al chico misterioso que derrepente me veía a lo lejos,
y bebí una cerveza, después otra y otra hasta tener el valor
y acercarme y confesarle mi locura pidiendo de intercambio
un beso al que fui negado y de ahí ya no recuerdo más mi
noche, es verdad, no recuerdo nada, algunos pequeños y
vagos llorando y contando mi desgracia de ser rechazada
y de que nadie me quería destapando mis monstruos que
escribo aquí acorralada del miedo y el silencio, donde los
dejo ser libres, pero ahí, me hundí, no recuerdo más, y
comencé a ver al primer chico que se me había acercado y
había rechazado, a ese chico que se enojó y comencé a verlo
de forma distinta. ¿Cómo pude decirle algo tan cruel a una
persona que se interesó por mi, cuando es tan poco probable que
pase eso en mi vida? De verdad, en mi vida es muy raro tener un
acercamiento como el que tuve, y lo dejé ir por un pensamiento
tan estúpido, que comencé a preguntar por aquel joven que
al igual que su amigo era bastante misterioso, podría incluso
decir que más, casi nunca lo veía o siempre era con la misma
gente o  solo o hablando con gente random, que comencé a
preguntar por él, con un amigo de los dos que era su
compatriota, me lo contó todo de él que comencé a tener
ganas de conocerlo, me di cuenta que era un hombre que valía
la pena, me gustó mucho, hacía tiempo que no pasaba,
era tan perfecto cuando me hablan de él y tenía tanta congruencia
con lo que yo veía a lo lejos que sentí que tenía que conocerlo,
pero me ponía tan nerviosa, hice intentos de acercarme a él
de maneras amigables con nuestro amigo en común, pero
no pasaba nada, un día me acerqué y el se retiró, un día
lo ví entre la cafetería y las salas de edición, salía de la
enfermería por dolor de estomago y no dije nada inteligente.
Otro día lo vi a lo lejos en la cafetería con mis platos en la mano,
quedé embobada, imaginando que me sentaba con él, y con el
cuerpo pasmado la sopa se me escurrió del plato, gracias
a Dios no me vió, pero el tiempo se detuvo, mi respiración
y mis ojos se clavaron en verlo que mi noción de la realidad
expiró por unos momentos hasta sentir el plato medio vacío.
Sabía que tenía que acercarme a él, pero no soy una persona
muy social y no sabía como acercarme, siempre quise regresarle
la cerveza que me invitó (nunca pasó) pero entre tareas, trabajos,
películas, y mucho miedo no me acercaba a él y menos por lo que
había dicho en nuestro primer acercamiento.

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