A esas edad los hombres toman una decisión que repercutirá
el resto de sus vidas, en el caso de la mujer, pasa algo similar,
pero en el caso de aquella mujer morena, hija de la naturaleza,
de lágrimas de lluvia, ojos de estrellas, risa de trueno, vivió
algo sin igual.
Una tarde, después de conocer nuevas tierras, decidió escribir
al pasado, a aquel hombre que dejó sus huellas en su alma.
Aquel hombre le contestó con el corazón abierto.
Él vino a buscarla después que ella se desahogo entre varias conversaciones
y confesiones intensas de la vida, de su vida, de sus sentimientos.
Ese día despertaron juntos, abrazados como sí los años sin verse,
y las lágrimas que ella derramó, se hayan borrado del mapa.
Los días pasaron y él la buscó para invitarla a cenar, y ser
su guía de la ciudad, cada día que pasaba el sexo
mejoraba, todo mejoraba, la vida de los dos también.
Ella lo había deseado antes desde el corazón por medio del
pensamiento, y de la escritura, y se manifestaba, pero en el
orgasmo, era apenas un aprendizaje, y no se manifestaba aún,
pero cuando ella comenzó a vivir de su arte, ella
no podía creer que su orgasmo por fin iba a ser creador
de magia, transformador de voluntades.
A la edad de 33 años ella se reafirma como bruja, capaz de
crear magia a través del orgasmo, podía ser con cualquiera
y en el organismo su voluntad se transformaba.
Y él, él se quedaba con ella, amándola,
hasta el último suspiro de aquella
joven morena mágica
daba.